Y la noche rompió a llorar,
con sus ojos oscurecidos
en la eterna soledad del silencio,
que pesa en lo más dentro,
de los corazones doloridos por un lamento.
Y la noche rompió a llorar,
añorando su rostro y su voz,
rota y desconsolada con su silencio,
enloquecida,
desplegando sus alas
con insistencia hacia el firmamento,
para reencontrarse con su amada,
allí donde se rompe el silencio.
(Lua)
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